Hay veces en que uno no sabe para dónde correr; para dónde mirar. Y es cierto que hay gente no sabe dar, aconsejar a un compañero, porque sólo puede ver lo que les pasa a ellos... y el otro? Que hay del otro? vivimos en un mundo, en una sociedad basada en el
individualismo. Individualismo
que pudre, que seca, que absorbe el sentimiento que el ser humano tiene llamado
solidaridad.
Igualmente, -debo admitirlo- soy humana; soy un poco así. Porque fuí criada así. Pero no le echo la culpa a mi mamá, ni a mi papá; la culpa la tiene nadie, la culpa la tienen todos.
Cada uno, desde su lugar, debería
proponerse mejorar día a día,
ayudar al otro sin que te lo pida, sin esperar nada a cambio...
pensar que todo acto propio tiene una consecuencia directa con el resto de las personas... y que todas esas cosas que pueden ser vistas como pequeñeces, realmente son mucho más que eso.
Si todos nos proponemos eso, y lo llevamos a la
práctica, podemos hacer de este
un mundo mucho mejor.