Confesiones espontáneas, instantáneas se desprenden de nosotras de a una por vez. Se entrelazan, se mezclan y se funden formando una catarata de convicciones sobre la vida misma. Canciones de protesta nos acompañan en esta tarde-noche antes amargada por la incertidumbre. Suelo insistir con que somos dos seres fusionados en un solo cuerpo (o al revés). Pero acabo por percatarme de que no lo somos, y vuelvo a la conclusión de que sólo somos dos bolas de energía danzando en el mismo universo, persiguiendo quizás a un mismo fin.
Aunque todo eso no importa realmente, yo te amo y me hacés el muffin más feliz del mundo.